La historia del mole en México: tradición, sabor y cultura ancestral
El mole es mucho más que un platillo típico, es un símbolo de identidad Nacional. La historia del mole en México está impregnada de misticismo, tradición y profunda conexión con conexiones prehispánicas del país. Este complejo y sabroso manjar ha evolucionado a lo largo de los siglos, convirtiéndose en una joya de la gastronomía mexicana reconocida a nivel mundial.
El gran mosaico de sabores que contiene este platillo, incluye una mezcla de chiles, semillas, especias y cacao. Que posteriormente con el paso del tiempo, con la llegada de los españoles se incluyeron ingredientes como canela, almendra y nueces, dando lugar a una salsa espesa, oscura y cargada de sabor.
El Mole como Símbolo Nacional y Patrimonio
A partir de la Independencia, y especialmente durante el siglo XIX, el mole se consolida como un estandarte de la gastronomía mexicana. Se empiezan a registrar recetas en recetarios, y su popularidad se extiende. Se convierte en el platillo por excelencia de las celebraciones importantes: bodas, bautizos, fiestas patronales y Navidades.
Hoy en día, el mole es un emblema de la diversidad culinaria de México. No existe un solo mole, sino una constelación de moles, cada uno con su personalidad regional:
Mole Poblano: Con su complejidad de chiles (mulato, ancho, pasilla, chipotle), chocolate, frutos secos y especias, es quizás el más reconocido internacionalmente.
Moles de Oaxaca: La "Tierra de los Siete Moles" (negro, rojo, amarillo, coloradito, verde, chichilo y manchamanteles), cada uno con perfiles de sabor y texturas únicas, reflejando la vasta biodiversidad de la región.
Mole Verde: Fresco y vibrante, a base de chiles verdes, hierbas y semillas de calabaza.
Mole Amarillo: Característico por su color y el uso de chile chilhuacle amarillo.
El mole ha trascendido su función de alimento para convertirse en un acto de identidad cultural. Su preparación es un ritual que puede llevar horas y requiere de paciencia, conocimiento y amor por la cocina. Es un platillo que une a las familias, que se comparte en momentos de alegría y que evoca la riqueza de la historia y la diversidad de un país.
El surgimiento del mole envasado
En este linaje culinario, destaca una marca que revolucionó la forma de disfrutar mole “DOÑA MARÍA”. En la década de 1950, en San Luis Potosí, María Pons Nicoux comenzó a preparar mole para el Hotel Progreso, negocio familiar. Ante el éxito del platillo, decidió comercializarlo en sobres de celofán y luego, para conservar su frescura y facilitar su uso, lo empacó en vasos de vidrio, una idea que pronto se volvió icónica en las alacenas mexicanas.
El crecimiento de la marca fue exponencial, extendiendo su presencia a Ciudad de México, Monterrey, Tampico y las regiones del norte y pacifico del país. En 1969 la empresa fue adquirida por Grupo Herdez, conservando la receta original y elevando los estándares de calidad e higiene.
Hoy, Mole Doña María sigue siendo uno de los productos de mole más consumidos en México. Con esta mezcla de tradición y conveniencia , no solo preserva la sabiduría culinaria de México, también se hace accesible a millones de hogares. Así la historia del mole en México continúa enriqueciéndose cada día.